Hemos marcado paradas cada quince kilómetros para reponer fuerzas y comprar fruta.
Durante los avituallamientos, el calor humano y la curiosidad de los habitantes de las poblaciones se convierte en una constante.
Sobre el kilómetro 20, me paro para verificar el estado de mi bicicleta, tras observar que incrementar la velocidad por encima de los 18 Km/hora me obliga a un esfuerzo considerable. Detecto que el pulpo está empujando una de las piezas del mecanismo de freno, o lo que es lo mismo, he recorrido veinte kilómetros con la bicicleta frenada.
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